En los inicios, los medios para almacenar la información eran muy limitados y se contemplaban en la memoria y el lenguaje, mas adelante el ser humano descubrió que podía plasmar sus conocimientos en las cortezas y superficies por medio de símbolos.
Conforme fueron avanzando los tiempos, surgió la invención del papel, con los que el ser humano debió crear un mecanismo por el cual organizar esa información. En algunos casos se hacia una clasificación por las primeras palabras que contemplaba el manuscrito.
La información se transmitía al papiro por medio de tintas, por consiguiente, se debía realizar la transcripción completa de documentos, imaginémonos un documento del cual se necesitaban múltiples copias… pues existían individuos llamados “copistas” que se dedicaban a realizar esta labor, transcribían letra por letra los documentos, no necesariamente teniendo conocimiento de la lectura, precisamente solo copiaban los símbolos, trabajo que se simplificó mas adelante con la invención de la imprenta.
Las primeras escuelas de Bibliotecología en Latinoamérica surgen en 1922, con dependencia de las universidades. Después de la guerra en el 45, resurge la necesidad de la educación por lo que se reactiva esta labor. Para 1957 existían cursos en la Universidad de Antioquia, iniciados por el Director y Dr. Gastón Litton, archivista y profesor de bibliotecología norteamericano. Para 1963 ya existían alrededor de 32 escuelas (20 entre Argentina y Brasil, 2 en Mexico, y en otros países de Suramérica).
Y es partir de las décadas de 1940-1950 el oficio bibliotecario se comenzó a considerar como una profesión.
Conforme fueron avanzando los tiempos, surgió la invención del papel, con los que el ser humano debió crear un mecanismo por el cual organizar esa información. En algunos casos se hacia una clasificación por las primeras palabras que contemplaba el manuscrito.
La información se transmitía al papiro por medio de tintas, por consiguiente, se debía realizar la transcripción completa de documentos, imaginémonos un documento del cual se necesitaban múltiples copias… pues existían individuos llamados “copistas” que se dedicaban a realizar esta labor, transcribían letra por letra los documentos, no necesariamente teniendo conocimiento de la lectura, precisamente solo copiaban los símbolos, trabajo que se simplificó mas adelante con la invención de la imprenta.
Las primeras escuelas de Bibliotecología en Latinoamérica surgen en 1922, con dependencia de las universidades. Después de la guerra en el 45, resurge la necesidad de la educación por lo que se reactiva esta labor. Para 1957 existían cursos en la Universidad de Antioquia, iniciados por el Director y Dr. Gastón Litton, archivista y profesor de bibliotecología norteamericano. Para 1963 ya existían alrededor de 32 escuelas (20 entre Argentina y Brasil, 2 en Mexico, y en otros países de Suramérica).
Y es partir de las décadas de 1940-1950 el oficio bibliotecario se comenzó a considerar como una profesión.
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